Ya anuncié que muy posiblemente escribiría una segunda parte sobre mi aniversario y aquí esta, es una pequeña crónica de lo bien que me lo pasé este sábado rodeado de los míos.
Todo empezó poco después de salir del trabajo, habíamos quedado todos delante del restaurante donde teníamos reservada la mesa, algunos más puntuales que otros pero al fin estubimos tontos para degustar un rico menú de la cocina vasca en el restaurante Urbasa. Esta es la primera vez desde que tengo derecho de escoger donde quiero celebrar mi aniversario que no lo celebro en un japonés (bueno, el lunes lo hice para celebrar particularmente mi aniversario así que tampoco me he saltado la costumbre).
Terminada la cena nos reunimos con un compañero más y a la vez también despedimos a otro, le esperaban visitas en casa y claro, no podía faltar el anfitrión.
Después de las grandes risas que nos hicimos en el restaurante y por el camino en busca de la fiesta llegamos al local donde normalmente salgo de fiesta, La República, y allí nos dispusimos a terminar de divertirnos, desfasarnos y bailar (cosa que no acostumbro hacer nunca ahí pero que ya lo he hecho en dos ocasiones y me gusta la idea de repetirlo).
Tras hacer bajar toda la cena y brindar con nuestras copas algún par de veces, bailar la conga y demás el local cerró pero no sin antes dejar entrar un rato a un amigo más que llegaba de su trabajo y dejar ir a dos de los amigos que ya necesitaban de su descanso nocturno.
Eramos ya pocos, bueno, de hecho eramos solo uno menos de los que eramos en el principio en la puerta de la cena... a lo que iba, era tarde y en la noche de la ciudad ya solo quedaba un local al que acudir en busca de un poco más de fiesta o como mínimo un lugar donde terminar la noche acompañado de una copa, la famosa Discoteca Barro del centro de la ciudad, un local con más años que nosotros, de hecho alguno de nuestros padres habrá ido incluso en su juventud, claro que ahora es muy distinto que entonces.
Allí tomamos la última y estuvimos charlando hasta que cerraron. Otro compañero nos abandono en mitad de la fiesta y así que los cinco que quedábamos decidimos ir a desayunar al Hotel Urpí, donde gran parte de la juventud se pasa a comer algo antes de ir a dormir.
Ahí ya terminó la fiesta del todo, una fiesta en la que me lo pasé genial acompañado de los que siempre están conmigo y que para esta ocasión se encontraron todos juntos para celebrar mi aniversario. Ahora tendré que buscar otra escusa para poder celebrar algo , reunirlos a todos y volvérmelo a pasar genial.
Gracias a todos los que estuvieron allí y a por la próxima fiesta. Espero no tener que esperar un año por eso.
Todo empezó poco después de salir del trabajo, habíamos quedado todos delante del restaurante donde teníamos reservada la mesa, algunos más puntuales que otros pero al fin estubimos tontos para degustar un rico menú de la cocina vasca en el restaurante Urbasa. Esta es la primera vez desde que tengo derecho de escoger donde quiero celebrar mi aniversario que no lo celebro en un japonés (bueno, el lunes lo hice para celebrar particularmente mi aniversario así que tampoco me he saltado la costumbre).
Terminada la cena nos reunimos con un compañero más y a la vez también despedimos a otro, le esperaban visitas en casa y claro, no podía faltar el anfitrión.
Después de las grandes risas que nos hicimos en el restaurante y por el camino en busca de la fiesta llegamos al local donde normalmente salgo de fiesta, La República, y allí nos dispusimos a terminar de divertirnos, desfasarnos y bailar (cosa que no acostumbro hacer nunca ahí pero que ya lo he hecho en dos ocasiones y me gusta la idea de repetirlo).
Tras hacer bajar toda la cena y brindar con nuestras copas algún par de veces, bailar la conga y demás el local cerró pero no sin antes dejar entrar un rato a un amigo más que llegaba de su trabajo y dejar ir a dos de los amigos que ya necesitaban de su descanso nocturno.
Eramos ya pocos, bueno, de hecho eramos solo uno menos de los que eramos en el principio en la puerta de la cena... a lo que iba, era tarde y en la noche de la ciudad ya solo quedaba un local al que acudir en busca de un poco más de fiesta o como mínimo un lugar donde terminar la noche acompañado de una copa, la famosa Discoteca Barro del centro de la ciudad, un local con más años que nosotros, de hecho alguno de nuestros padres habrá ido incluso en su juventud, claro que ahora es muy distinto que entonces.
Allí tomamos la última y estuvimos charlando hasta que cerraron. Otro compañero nos abandono en mitad de la fiesta y así que los cinco que quedábamos decidimos ir a desayunar al Hotel Urpí, donde gran parte de la juventud se pasa a comer algo antes de ir a dormir.
Ahí ya terminó la fiesta del todo, una fiesta en la que me lo pasé genial acompañado de los que siempre están conmigo y que para esta ocasión se encontraron todos juntos para celebrar mi aniversario. Ahora tendré que buscar otra escusa para poder celebrar algo , reunirlos a todos y volvérmelo a pasar genial.
Gracias a todos los que estuvieron allí y a por la próxima fiesta. Espero no tener que esperar un año por eso.